Nothing lasts really. Neither happiness nor despair. Not even life lasts very long. (Brief Encounter, 1945)

domingo, 16 de enero de 2011

Que empiece ya

Hace varios años escribí este texto que mandé a un concurso de relatos de cine. Es mi particular homenaje a esa grandiosa película que descubrí en la adolescencia, y una excusa para volver a escuchar el concierto nº 2 opus 18 de Rachmaninov (más abajo puedes escucharlo en  youtube).



QUE EMPIECE YA

Que nadie me quite el repentino apagón, la soledad compartida, el silencio denso. Que ningún chasquido me haga recordar que estoy en una butaca y no en la pantalla, que ningún zopenco me recuerde la impuntualidad, el pisar a los demás. Que empiece la película ya.
Que nada es al principio lo que parece, y estoy dispuesta a creérmelo todo. Con los ojos tensos y los oídos abiertos, hoy tengo, vuelvo a tener, mi Breve Encuentro con David Lean, año 1945, blanco y negro. Y nada más empezar, me apoyo en la columna sonora, como dicen los italianos, para ver mejor. En una húmeda estación de trenes, se abre la puerta del bar…

Gente corriente aguarda la llegada de su tren. Rutina, conversaciones intrascendentes. Una despedida cortés. Pero la historia ha empezado por el final: durante 88 minutos iremos atrás y adelante en el tiempo, como en los viajes de ida y vuelta de los trenes de cercanías, viajando en lo que es y en lo que pudo haber sido, en lo que fue y en lo que no volverá a ser. La vida cotidiana de dos desconocidos alterada por un vértigo imposible, bañado en vapor de locomotora, entre trenes impertérritos que no esperan a nadie.
Sumergidos en nuestra butaca, donde todo lo que nos rodea queda  desenfocado, contemplamos a la esposa abnegada que ríe como una colegiala, y al hombre que se emociona con la dama; a la mujer vulgar que descubre que se ha enamorado, al médico que deja a sus pacientes apartados. La cordialidad convertida en latido acelerado de corazón. En amor. Hasta que el destino decide que el juego ha terminado, y lanza dados como piedras que devuelven a cada uno a su sitio, lejos, muy lejos, el uno del otro. Y al llegar al final hemos vuelto al principio, en el que todo cobra un nuevo sentido, cada gesto tiene otro significado, y cada palabra encierra doscientas. Se vuelve a abrir la puerta del bar... y ahora vemos lo que no vimos.
Rachmaninov ha sido una recia columna. Nadie se desmorona. Las luces se encienden. Todo vuelve a la normalidad, a lo consabido. Ha sido un breve encuentro con la cara oculta de la luna, lo que no se ve pero el cine muestra. Un tiempo de celuloide que añadir a nuestra existencia.
Beatriz Alonso Aranzábal





PD: El relato está incluido en el libro "LA VIDA ES UNA PALABRA MUY CORTA" de la Editorial Nazarí (2014). Puedes encontrarlo aquí.

martes, 11 de enero de 2011

11-1-11


La foto está borrosa, quise acercar las montañas, pero estas ni se movieron (ay, cómo me duele no poner la tilde). Es la provincia de León, en diciembre.

CONSULTA MÉDICA

Doctor, veo relatos en todas partes.
Beatriz Alonso Aranzábal


martes, 4 de enero de 2011

Tania, Clarice, 2011


Empieza 2011.

Y lo celebro con una foto que me dedica mi amiga brasileña Tania, captada por ella hace poco en Minas Gerais, y con unas palabras de otra brasileña, la escritora Clarice Lispector, a quien seguiré leyendo, releyendo y admirando en esta nueva década.

Mi vida es un único día. Y es así como el pasado me es presente y futuro. Todo en un solo vértigo. 

Vivir es mágico y enteramente inexplicable.

Tengo miedo de escribir. Es tan peligroso. Quien lo ha intentado lo sabe. Peligro de hurgar en lo que está oculto, pues el mundo no está en la superficie, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que instalarme en el vacío.

(del libro "Un soplo de vida", editorial Siruela)


PD: También agradezco su amistad y les mando mis mejores deseos a dos eruditas de Lispector: Isabel Mercadé y Graciela Barrera.