Nothing lasts really. Neither happiness nor despair. Not even life lasts very long. (Brief Encounter, 1945)

lunes, 26 de agosto de 2013

1ª Etapa: contrarreloj por equipos


Anteayer sábado presencié una contrarreloj por equipos, que además era la etapa inaugural de la Vuelta Ciclista a España. Me situé en Vilalonga, una pequeña localidad cercana a O Grove. Salieron 22 equipos desde una batea, es decir, una plataforma flotante donde se cultivan los mejillones, en Vilanova (Ría de Arousa, Rías Bajas gallegas).  Cada vez que aparecía un equipo disparaba fotos con el móvil, sin embargo pasaban tan rápido que apenas podía contar cuántos iban juntos (siempre había alguno un poco descolgado). Me propuse sacar fotos de todos los equipos, pero pasó algo: allí mismo, un hombre cayó desplomado. Oí los gritos de una mujer pidiendo un médico, y el guardia civil que controlaba que la gente no irrumpiera en la calzada llamó a una ambulancia. La Vuelta ciclista seguía, pero era difícil concentrarse con alguien a pocos metros tumbado en la acera. Por suerte, tenía un hilo de voz y mientras se esperaba a la ambulancia recibió cierta asistencia (piernas en alto, toma de tensión…).  Me quedé hasta que pasó el último equipo, el Astana, que finalmente fue el ganador de la cronoetapa. Los últimos serán los primeros (sí, ya sabemos, conocen los tiempos de sus rivales).













todas las fotos son mías
Beatriz Alonso Aranzábal

viernes, 9 de agosto de 2013

TONINO CAPONE


En 1986, a la edad de 22 años, traduje para Seix Barral la "Historia de la Filosofía Griega" del italiano Luciano De Crescenzo, una divulgación en tono humorístico de los filósofos presocráticos. En esa época traducía también los artículos de Umberto Eco que publicaba en L'Espresso en su sección "La bustina di Minerva" y que distribuía para la prensa española Fax Press (de Manu Leguineche). Había terminado el Liceo Italiano, sacado el título de la Escuela de Idiomas y el de Intérprete Jurado, y compaginaba el trabajo de traductora con mis estudios de Psicología.
 
Todo esto viene a cuento de que he descubierto dos cosas: que alguien incluyó en un foro todo el capítulo IX (Tonino Capone), y que explorando un poco más he descubierto ¡que está todo el libro disponible en internet! Os dejo los enlaces, el libro merece la pena. Y copio/pego el mencionado capítulo.


IX
 

TONINO CAPONE

 
Entre los muchos tópicos que trivializan nuestra conversación, hay uno execrable según el cual convendría "tomarse la vida con filosofía". Soy consciente de que quedarse atrapado en un ascensor es una experiencia que requiere actitudes filosóficas, más que nada para entretenerse durante la espera, pero no me siento capaz de reducir la filosofía a una simple práctica de resignación. Tener una filosofía significa, entre otras cosas, poseer una escala de valores que sirva de base para realizar las elecciones de la vida.
Tomemos el caso de Tonino Capone: estamos en Nápoles una mañana de julio, es mediodía, la temperatura ha alcanzado su máximo de la temporada, mi Fiat está aparcado al sol. Entro en el coche ardiendo, lo pongo en marcha y me doy cuenta de que me he quedado sin batería: blasfemo en voz alta y me dirijo andando al taller más cercano. La persiana metálica está bajada y sobre ésta cuelga un cartel que dice: "Habiendo ganado LO SUFICIENTE, TONINO SE FUE A LA PLAYA."
Ésta de Tonino es una elección de vida que presupone una filosofía. Analicémosla con detenimiento.
Conocí a Antonio Capone en el 48, en un colegio de salesianos: él estaba interno, yo solía ir a jugar al balón. En aquellos tiempos, Tonino seguramente era un chaval de acción y no de pensamiento: nada hacía suponer que un día se convertiría en filósofo.
Tras abandonar la carrera eclesiástica, e incluso antes de empezarla, sus únicos intereses fueron el fútbol y los motores. Coches, motos, lanchas motoras, motocicletas, cualquier cosa que tuviera que ver con un motor de explosión le fascinaba. Dejó la universidad y se hizo preparador de coches de carreras; siempre estaba embadurnado de grasa y apestaba a aceite de ricino. Se casó jovencísimo y encontró trabajo de probador de coches en la Fiat de Nápoles, pero tanto el matrimonio como el empleo duraron muy poco: a los veinticuatro años estaba de nuevo soltero y en paro. En el 55 participó en el Gran Premio Posillippo, con un prototipo que él había inventado. La carrera fue ganada por Ascari y él se salió de la pista en la primera curva, la de Trentaremi: si no llega a ser por unos cuantos fardos de paja y un magnolio habría ido a parar al mar, tras un vuelo de doscientos metros. Aparte de él, que se rompió las piernas, no hubo heridos entre los espectadores. Durante todo el tiempo que estuvo escayolado, la inmovilidad forzosa y los estudios de latín y griego realizados con los salesianos favorecieron una reanudación de la lectura de los clásicos y el interés por la filosofía. Hoy en día, Tonino es el único intelectual italiano capaz de arreglar los platinos de un delco.
"La vida cotidiana", dice Tonino, "es como el Monopoli: al comienzo, cada jugador recibe del banco 24 fichas de libertad, una ficha para cada hora del día. El juego consiste en saber gastarlas de la mejor manera".
Nos encontramos en una pizzería de la Zona del Vomero: es la una de la noche, ya no quedan clientes, el local va a cerrar. 'O Maresciallo, el propietario, está haciendo caja. Dos camareros dan vueltas entre las mesas y amontonan servilletas sucias para la lavandería. En una mesa de la esquina, delante de tres tazas de café, nos hemos quedado sentados Tonino, Carmine, el viejo camarero de la pizzería y yo.
"Nosotros para vivir", dice Tonino, "necesitamos dos cosas: un poco de dinero, para ser independientes desde el punto de vista económico, y un poco de afecto, para superar indemnes los momentos de soledad. Pero estas dos cosas no te las regala nadie: te las tienes que comprar y las tienes que pagar con horas y horas de libertad. Los meridionales, por ejemplo, tienden a desear el puesto seguro y el sueldo fijo todos los veintisiete del mes. No digo que se trate de un oficio stressante, todo lo contrario; pero en términos de libertad el empleo es un compromiso de los más caros que existen: ocho horas al día significan ocho fichas que pagar, sin tener en cuenta las horas extraordinarias y un eventual segundo empleo. Y vayamos con el amor: también en estos casos el hombre se inclina hacia una colocación que sea muy cómoda, busca una esposa y espera obtener de ella ese sueldo afectivo que necesita. También esta solución tiene su coste: con la mejor de las suertes, son otras seis horas de libertad que se van a paseo. La esposa espera al marido que acaba de cumplir su horario de trabajo y le secuestra. Ahora echemos cuentas: ocho horas para trabajar, seis para la mujer, quedan todavía diez y hay que dormir, lavarse, comer e ir en coche a trabajar y volver a casa".
"Don Antó", dice Carmine, que, al no ser amigo íntimo, se dirige de usted a Tonino y le llama don Antonio, "lo único que no entiendo es lo de las fichas. Usted dice que para conseguir dinero tiene que gastar otro dinero..."
"Sí", le interrumpe Tonino, "pero se trata de un dinero imaginario, cheques correspondientes a las horas de tiempo libre. Si tú sacrificas todas las horas de la jornada en tu trabajo y en tu mujer, ya no te quedará ni un minuto para estar solo, contigo mismo".
"Ya entiendo, don Antó", admite Carmine sin demasiada convicción, "pero vea usted: yo cuando trabajo no me aburro nunca, cuando estoy con mi mujer digamos que me aburro un poquito, y cuando me quedo solo conmigo mismo me aburro muchísimo y entonces me digo: ¿no será mejor ir a trabajar?"
"Eso te pasa porque nadie te enseñó nunca a vivir solo. ¿Sabes qué decía un filósofo alemán llamado Nietzsche? Decía: «¡oh soledad, oh patria mía!»."
"Puede que sea así en Alemania", objeta Carmine, "pero para nosotros, napolitanos, la soledad siempre ha sido mala cosa".
"La soledad en sí misma no es ni mala ni buena", precisa Tonino. "La soledad es un aumentativo, es una lente de aumento: si te encuentras mal y estás solo, te sientes fatal; si te encuentras bien y estás solo, te sientes fenomenal."
"El problema es que se está más veces mal que bien", murmura Carmine.
"De todas formas no quería hablar de la soledad, sino del tiempo libre. Y aclaremos en seguida una cosa: que cada uno es dueño de pasar el tiempo libre como mejor le parezca. Hay a quien le gusta quedarse en casa solo, leyendo o pensando; hay quien prefiere salir con amigos e ir a cenar, y hasta quien se divierte dando vueltas con el coche en medio del tráfico. Lo importante es que exista siempre, para cada uno de nosotros, ese ratito para poder dedicarse a algo que no sea la pura ocupación de ganar dinero y de gastar. Hoy, desgraciadamente, el consumo, con sus pretensiones cada vez más imperativas, con sus leyes de comportamiento, nos obliga a trabajar más de lo que en realidad necesitamos. Bastaría con eliminar los gastos superfluos para podernos liberar, de una vez para siempre, de la condena del supertrabajo."
"¡Don Antó!", exclama Carmine. "¡Usted no me puede venir con ésas! ¿Pero de qué gastos superfluos me habla? Usted vive solo, yo tengo mujer y tres hijos; usted por cambiar un piloto roto se saca dos mil pesetas ¡y yo, para ganar sesenta mil pesetas, tengo que trabajar un mes entero y esperar las propinas de los clientes!"
"¿Tienes coche?", pregunta bruscamente Tonino.
"¿Qué quiere usted decir con lo del coche? Tengo un 127 completamente destartalado", responde Carmine bajando el tono de voz, casi como si se sintiera culpable.
"Y para ti el coche no es un gasto superfluo: tu padre no lo tenía y no por eso tuvo una vida más infeliz que la tuya. Di la verdad: ¿te lo has comprado porque has visto que los demás lo tenían o porque realmente lo necesitabas?"
"¡Pero cómo se puede vivir en Nápoles sin coche! Los transportes públicos es como si no existieran."
"¿Puedes decirme quién es un hombre rico?"
"Uno que gana mucho dinero."
"¿Cuánto dinero?"
"Y yo qué sé... Digamos que unas trescientas mil al mes."
"La riqueza, querido Carmine, no es una cifra establecida basándose en la cual se puede decir que Mengano es rico porque la supera y que Fulano es pobre porque no la alcanza. La riqueza es una condición relativa: es rico quien gana más de lo que gasta; y, viceversa, es pobre quien tiene exigencias superiores a sus ingresos."
"No entiendo", dice 'O Maresciallo, que, tras acabar de hacer cuentas, se sienta con nosotros.
"Quiero decir que la riqueza es sólo un estado de ánimo: uno puede sentirse rico aunque no tenga mucho dinero: lo importante es que gaste menos de lo que gana y que no tenga deseos."
"¡Pues ése es el problema, don Antó: los deseos!", estalla Carmine: "Yo, por ejemplo, deseo ardientemente un televisor a color, pero es que vale casi cien mil. ¡Se dice pronto! ¿Pero cuándo conseguiré yo reunir cien mil pesetas? El pasado domingo me quedé en once: ¿pero cómo, digo yo, el Fiorentina, que iba ganando tres a cero a diez minutos del final, va y termina en empate? Pero entonces que me lo digan claramente: «Carmine Cascone, tú no te puedes comprar el televisor en color.» Y así, no pensaré más en ello."
"Cierto", dice Tonino, "hoy en día el televisor en color es realmente indispensable".
"No, se puede prescindir perfectamente de él, pero el que suscribe ha tenido muy mala suerte", responde Carmine. "Usted debe saber que justo enfrente de donde yo vivo, en Materdei, está el Círculo Cultural Benedetto Croce, que tiene un televisor en color de 23 pulgadas. Como mi mujer era, digámoslo así, la responsable del orden en el local, yo iba todos los domingos por la tarde a ver a Pippo Baudo y los partidos de fútbol. Entonces el Círculo se quedó de repente sin fondos y no sólo no pagó al dueño del local, sino que vendió los futbolines que tenía alquilados. Así que la fábrica de los «flipper» puso una denuncia y el otro día llegó el oficial del juzgado a precintarlo todo. Yo me había acostumbrado a ver la tele en color y ya no estoy a gusto con la de blanco y negro: por eso me la tengo que comprar a la fuerza."
"Si yo estuviera en tu lugar, Carmine, denunciaría también a Benedetto Croce", sugiere 'O Maresciallo tratando de parecer serio. "Ésos, prácticamente se han comportado contigo como traficantes de droga: primero te la han dado gratis y ahora tienes que pagarla."
"Maresciá, usted se burla y éste, Carminiello, tiene toda la razón", rebate Tonino. "Pues sí, porque en el episodio que nos ha contado antes, el Círculo, con su permisividad, le ha hecho contraer un aumento en el nivel de vida en perjuicio de su riqueza relativa. Le pongo un ejemplo: supongamos que usted despide en los próximos días a Carmine..."
"Y esto es algo que puede ocurrir de verdad", replica 'O Maresciallo, "ya que se pasa más tiempo charlando que sirviendo las pizzas a los clientes".
"...y supongamos que el pobre Carmine acude a mí en busca de trabajo...", continúa Tonino ignorando las interrupciones.
"Don Antó, le advierto", avisa Carmine, "yo de electricidad y de coches no entiendo nada".
"...y pongamos que, dada nuestra vieja amistad, yo le dijera lo siguiente: querido Carmine, como necesito un secretario personal, te contrato y te pago un sueldo de ciento cincuenta mil al mes..."
"¡Sería un milagro!", suspira Carmine.
"...esto durante el primer año. A partir del segundo año, por motivos personales, no tengo más remedio que reducirle el sueldo a cien mil al mes."
"¿Cómo?", protesta Carmine. "¡El primer año ciento cincuenta mil, y el segundo sólo cien mil! ¿Qué pasa, don Antó: en vez de ir para adelante, vamos para atrás? Me asombra usted: un empleado eficiente, después de un año tiene derecho a un aumento de sueldo."
"Yo, en cambio, estoy loco: pago más al principio y menos al año siguiente", insiste Tonino. "Llegados a este punto, querido Carmine, te habría arruinado: pues sí, porque tú te habrías acostumbrado a vivir con un sueldo de ciento cincuenta mil, y luego te sentirías pagado de menos durante el resto de tu vida. Si, en cambio, fueses listo, durante el primer año coges esas cincuenta mil de más y se las regalas al mendigo que está en la esquina de la iglesia. Así, después de un año a ti no te pasa nada, ya que sigues viviendo tu vida de siempre, y el que peor librado sale es el mendigo de la esquina de la iglesia, que diría: «¿Pero qué le habrá pasado a ese señor tan amable que cada mes me traía siempre cincuenta mil pesetas?»"
"Efectivamente", admite Carmine, "el pobre hombre estaría más acomodado. Quién sabe, ¡a lo mejor se habría echado una amante!"
"Y así es como la parábola del pobre beneficiado puede hacer comprender el secreto del bienestar", concluye triunfal Tonino. "La riqueza no es más que un estado de ánimo: basta con no tener necesidades para sentirse automáticamente super-ricos. ¿Quieres la felicidad? No hay problema: recuerda que coincide con tu libertad personal. En lo que a mí respecta, he reducido al máximo mi nivel de vida: esto me permite trabajar sólo media jornada y dedicar el resto de mi tiempo a la amistad y a conocer mundo."
Tonino Capone no escribió ningún libro. Los únicos fragmentos que se le pueden atribuir son los que están escritos a bolígrafo en su agenda de trabajo. Entre un "martes 18.30 antirrobo abogado Pittalá" y un "ordenar baterías Tudor", de vez en cuando se puede leer: "Muchos estudian la forma de alargar la vida, ¡cuando lo que habría que hacer es ensancharla!"
 
Autor: Luciano de Crescenzo
Traducción: Beatriz Alonso Aranzábal

miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo IV. HASTA NUNCA


Del libro CARTAS IMPOSIBLES, disponible en Amazon para descargar en ordenador, tablet, kindle o smartphone. Si no tienes el programa para descargarlo, lo tienes gratis aquí.

Su precio es de 1 dólar ó 0,89 euros.



IV. HASTA NUNCA
 
(CARTAS DE DESPEDIDA)

Las palabras se cargan de tristeza. Ha llegado el fin. Ha llegado el momento de la ruptura. ¿Pero cómo se dice adiós? ¿En una servilleta de papel, en un post-it, en una carta? ¿Por teléfono, fax o telegrama? ¿Con violines, con licores, con bombones, con cañones?
Todas las palabras están de más.
Por eso las despedidas suelen quedar escritas con trazos firmes, extenuados, y se conservan en una lata herméticamente cerrada.
 
Beatriz Alonso Aranzábal
 
Esta es la introducción al capítulo cuarto, si quieres leer las cartas de despedida incluidas en el libro (enviadas por personas anónimas a través de internet a Cartas Sin Sellos), haz clic aquí. GRACIAS


lunes, 5 de agosto de 2013

Un día en Londres

La breve crónica de una jornada en la capital británica está disponible en el blog de Fernando Valls "La nave de los locos".
 
Lo que más me gusta recordar de los viajes son las anécdotas y las sensaciones.
 
Desde la lectura (libros, artículos, reportajes, diarios, biografías, documentales, etc.) se pueden conocer muchos lugares.
 
Pero es una fortuna poder dar el paso de convertir el viaje previo mental en uno real.
 
Y una sorpresa descubrir en qué se convierte.
 

Escaparate de una tienda en el Soho londinense (B.A.A.)