Nothing lasts really. Neither happiness nor despair. Not even life lasts very long. (Brief Encounter, 1945)

martes, 23 de noviembre de 2010

El café de Celes

En los dormitorios de la residencia estaba prohibido fumar y tener alimentos. En el desayuno sólo se administraba infusiones o descafeinado dados los antecedentes psiquiátricos de sus moradores. Pero Celes se las ingenió para montar una cafetería privada en su baño, haciendo café para sus compañeros al módico precio de 30 céntimos.

 
Pilar, su compañera de habitación lo celebraba:
- Está muy bueno este café, lástima que esté un poco frío.
- Ya sabes lo que te costaría en un bar.

Los recursos económicos de los residentes eran muy exiguos. Tampoco tenían mucho que hacer. Una de sus aficiones era ver “La Rueda de la Fortuna” después de la merienda. Se apresuraban para coger un buen sitio en la sala de estar.

Antonia tendió a Celes su vasito de plástico:
- También podías dar un poco de azúcar.
- Eso te lo traes tú, que yo hago bastante.

Con el trapicheo del café empezaron a llegar tarde al concurso televisivo. Una auxiliar empezó a extrañarse.

Lourdes siempre quería repetir:
- Lléname el vaso otra vez.
- Por hoy es suficiente.

Fue su último sorbo de café clandestino. La inspección sorpresa en el baño de Celes reveló que allí se hacía café utilizando una media como filtro, directamente bajo el grifo del agua caliente. Las súplicas de Celes no impidieron el decomiso de su paquete de café Marcilla.

La media era de color canela, como su piel.
B.A.A.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Incidente

Alguien vio a un hombre haciendo fotos en el parque infantil, y en seguida se extendió el temor, en la guardería cercana, de un robo de niños. Como medida de seguridad, se decidió entregar a los hijos de uno en uno, tras guardar los padres una rigurosa fila en la entrada y decir, en voz baja, el santo y seña acordado. Sin embargo, en pocas semanas, la recogida de niños volvió a su habitual desorden, y sólo una madre, al cabo de un año, seguía consumiendo ansiolíticos.
B.A.A.

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El Muro de las Frivolidades.
B.A.A.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Miopía

Para empezar el año con buen pie se operó de la vista. Con la mirada puesta en las azoteas no vio el socavón.
B.A.A.

martes, 9 de noviembre de 2010

lunes, 8 de noviembre de 2010

Suite Francesa de Irène Némirovsky

Acabo de terminar de leer “Suite francesa”, de Iréne Nemirovsky (1903-1942).  Lo descubrí gracias a alguien en cuyo criterio confío, que me dijo que era una historia triste. Quizás por eso cuando lo empecé hace un año, y por leerlo sin continuidad, lo dejé: la sucesión de muchos personajes, con tramas diferentes, me perdía, aunque todos tenían en común el formar parte de una desesperada fila que huye de Paris ante la ocupaciòn de los alemanes, en la 2ª guerra mundial. Sin embargo en cuanto lo retomé con una lectura diaria, lo pude leer con fruición y disfrutando de esta increíble narración que bien merecería convertirse en cine.

Lo he leído en una edición italiana, en la que al final del libro aparecen las últimas cartas de Iréne, muy pesimista viendo lo que se les avecinaba ante las restricciones a los judíos, y las enviadas por su marido tratando de remover cielo y tierra para averiguar adónde se la habían llevado, con su desesperada petición de ayuda a los editores de su mujer. Él corrió la misma suerte a las pocas semanas. Ambos murieron en un campo de concentración. Tenían dos niñas menores de diez años.

Al acabar la guerra, sus hijas esperaron en vano, en los andenes a los que llegaban los supervivientes, el regreso de sus padres. Las niñas, que estuvieron escondiéndose de los nazis, guardaron siempre celosamente una maletita con el manuscrito de esta gran obra que Irene escribió a mano, dos piezas de las cinco que compondrían esta inacabada Suite. Cuando fueron a llamar a la puerta de su abuela materna, que odiaba a Iréne y jamás tuvo un gesto de amor hacia ésta, no les abrió y les gritó que si se habían quedado huérfanas que se metieran en un orfanato. La abuela vivió hasta las 102 años, en su confortable apartamento de Niza.

El libro incluye también las anotaciones de la autora sobre sus intenciones, sus personajes, sus expectativas… He aquí dos anotaciones que traduzco de mi versión italiana del libro (Biblioteca Adelphi 2005):

"1942. Los franceses estaban cansados de la República como de una vieja esposa. Para ellos la dictadura era un capricho, una forma de adulterio. Querían traicionar a su mujer, sí, pero no pretendían asesinarla. Ahora la ven muerta, su República, su libertad. Y lloran por ella."

"Bosque de La Maie, 11 de julio de 1942. Los pinos me rodean. Estoy sentada sobre mi jersey azul como en una balsa en medio de un océano de hojas podridas encharcadas por el temporal de la noche anterior, encima de mis piernas dobladas. Metí en el bolso el segundo volumen de "Ana Karenina", el "Diario" de K.M., y una naranja. Mis amigas las avispas, insectos deliciosos, parecen contentas de sí mismas y su zumbido tiene notas graves y profundas. Me gustan los tonos bajos y graves en las voces y en la naturaleza. El estridente pío-pío de los pajaritos en las ramas me irrita... Dentro de poco intentaré encontrar ese estanque aislado".

jueves, 4 de noviembre de 2010

Homenaje a Emily Dickinson

Desde la adolescencia conozco a Emily Dickinson (1830-1886), gracias a unos versos que memoricé a través de una revista italiana de moda y reportajes, "Grazia", que tenía una sección de poesía. Aun hoy los recuerdo:

Per fare un prato ci vuole un ape,
un poco di trifoglio,
e un sogno.
Ma se non hai l'ape,
ti basta il sogno.

Con los años fui conociendo más a la autora y me dejé seducir por sus oníricas imágenes, sus palabras a veces duras, su mundo interior e inquietante... Recuperé el poema original:
TO MAKE A PRAIRIE

To make a prairie it takes a clover and one bee,
One clover, and a bee.
And revery.
The revery alone will do,
If bees are few.
Y volviendo a la época en que mandaba textos a la web de La Ventana de la Cadena Ser (para el espacio de Juan José Millás), mandé mi particular homenaje a Emily y a su tierno poema que nunca olvidé. No es una traducción sino, como digo, un homenaje. Se publicó en la web del programa el día 21 de abril de 2003.

Para tener un día feliz hace falta
perder la cuenta, regar las plantas,
cambiar el paso, besar un sapo.
Y si no tienes agua
te basta un cántaro.   
(B.A.A.)