Un fiscal francés escucha la caja negra de un avión accidentado y a continuación transmite a los medios y a la opinión pública lo que ha encontrado. Algunas reacciones inmediatas en las redes sociales españolas consisten en poner en tela de juicio su declaración. Esto tiene su lógica, ya que en España desde hace muchísimo tiempo mentir (en televisión, en los tribunales, en los púlpitos, en las casas, en los bares y en las tiendas) no conlleva ningún tipo de sanción: sale totalmente gratis. Después de esto viene la segunda parte: opinar, escarbar en el morbo, no aportar nada al conocimiento del comportamiento humano y esperar al siguiente acto execrable. Tengo tantas reflexiones en mi cabeza que voy a necesitar tiempo para escribir sobre ello. Intentaré empezar aquí.
Sabéis que soy experta en salud mental por mi larga trayectoria evaluando y tratando a personas con enfermedad mental grave y que uno de los objetivos de mi trabajo es luchar contra el estigma de las enfermedades mentales. Aquí van algunos apuntes de mi reflexión:
1. Cuando se usa en el lenguaje coloquial los términos depresión, esquizofrenia, psicópata, psicótico, delirios, locura, etc., etc., nada tienen que ver con la realidad de esos términos, porque nadie se preocupa de saber más y comprender mejor: sólo interesa el morbo.
2. La mayoría de actos criminales los cometen personas en pleno uso de sus facultades mentales, que a su vez pueden o no tener un diagnóstico de enfermedad mental (como pueden tener un pasaporte europeo, una casa en la sierra o la tensión arterial elevada)
3. Todos los días alguien mata a una, dos, tres o varias personas o bien se mata a sí mismo llevándose por delante a sus víctimas. En nuestra sociedad a mayor número de muertos “de una tacada” más atención e interés, pero si sólo se ha muerto una esposa, un padre, un vecino, un cartero o un policía, entonces no nos preocupamos tanto para saber cómo podemos prevenirlo.
4. En el caso que ha ocupado a los medios de comunicación, hemos sabido que un piloto de avión ha conducido hasta la muerte a un altísimo número de personas. Por lo que he leído, la televisión y la prensa se han empeñado en incrementar el dolor de los familiares reconstruyendo una y otra vez los minutos finales de esos desdichados pasajeros. El sensacionalismo, de nuevo, haciendo sangre.
En resumen: los comportamientos crueles y el asesinato no son producto de una enfermedad mental sino de una mente repugnante, aberrante, abyecta y malvada. Deberíamos aprender a conocer más y mejor al género humano, a no dejarnos llevar por tópicos y prejuicios, a ser más objetivos valorando los hechos y no dejarnos llevar por la palabrería y las poses. Deberíamos, en definitiva, ser más justos con las personas honestas y sensatas que por suerte tenemos a nuestro alrededor en todos los estamentos de la vida pública y privada, y menos permisivos con quienes desde sus pantallas de ordenador, sus butacas en televisión, sus sillas en los medios de comunicación, sus mensajes en redes sociales, su comportamiento en los espacios públicos, usan el engaño, la manipulación y la mentira para sus propios - egoístas y mezquinos - fines.
Beatriz Alonso Aranzábal 5 de abril de 2015