(fotos de Évora)
Hemos cruzado el Alentejo, de norte a sur, para ir al
Algarve. Más en concreto, a Albufeira. (Todo empieza por Al).
Parada en Elvas, noche en Évora. Patrimonios de la
Humanidad. (Me pregunto por qué no se llama Matrimonio; cómo cambia de significado).
Elvas y Évora: ciudades antiguas, sencillas y señoriales,
blancas y amarillas.
Calles adoquinadas, estrechas, sin apenas coches,
amuralladas, ensimismadas en su mundo interior.
Silenciosas. Decadentes.
Cielos frescos al atardecer, festejados por los vencejos.
Plazas de charlas suaves. Murmullos. (Los portugueses no son voceras, no
gritan, no molestan).
Iglesias y
catedrales. Gresca de estorninos.
Escudos de armas. Soledad. Pasado. (La vieja Roma presente,
las ventanas morunas, el estilo fernandino).
Cae la noche después de un cielo rojo y largo, es el
principio del verano.
Y por la mañana, por la carretera, un coche te lanza las
luces (atención: policía). Una antigua usanza en nuestro país.
Y prosigues entre olivos y viñedos, alcornoques, algunos
pelados (el corcho en otra parte).
Suaves colinas, pequeña feria de caballos, encinas.
Puentes y obras sin terminar, detenidas, olvidadas.
Camiones, charcas, girasoles.
Una tierra agrícola y trabajada. Rica, aunque sea pobre.
Algarve al fondo. Llegamos.
Beatriz Alonso Aranzábal
(foto de Elvas)
4 comentarios:
Bonita crónica, Bea. Y yo sin conocerlo...
Desde Lisboa hay autopista (por cierto, bastante cara). Merece la pena. En otoño estará precioso.
Gracias. Abrazos.
Cosas de internet que me han traído a ésta tu casa y por aquí me quedo.
Un abrazo e invitada quedas a
http://montesinadas.blogspot.com.es/
Y quédate por allí si algo ves que te emocione.
Hola Montesinadas, gracias por tu amable saludo, parece que los blogs tienen vida, después de todo...
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