Hubo
un tiempo en el que los transbordos en el metro eran muy largos y no tenían
tapices rodantes ni ascensores. Y si además el pasillo era rectilíneo podía
ocurrir que el amor de tu vida apareciera a lo lejos. Y que te diera tiempo de
verlo llegar, mientras pensabas frenéticamente qué ibas a decir al cruzarte con
él. Y entonces os saludabais, dos besos, qué tal, adiós. Y después para
adelante, sin mirar atrás. Y te preguntabas si no sería una señal encontrarte
al amor de tu vida en medio del pasillo del metro. Pues no.
No lo era.
Beatriz Alonso Aranzábal
5 comentarios:
Hola Beatriz.
El metro es lo que tiene, muchos pasillos rectilíneos, y no todo son señales, o sí.
La próxima vez que te cruces con el amor de tu vida no le des dos besos, dale uno solo que sea una señal inconfundible.
Me alegró leerte, gracias. Un beso
Y a mi me alegró verte aquí. Gracias JL
Y a mi me alegró verte aquí. Gracias JL
Nunca hay señales en una línea recta, solo puntos que se suceden. Mejor buscar las señales y los amores en las esquinas y en las curvas.Digo. Y te abrazo.Después de decirte que me ha gustado mucho tu texto
Paz
Ahora sabemos cosas de rectas y recodos que antes no sabíamos.
Gracias Paz, besos.
Publicar un comentario