Hace un rato he vuelto a leer los comentarios que gente conocida
(y desconocida) me hizo llegar de mi cortometraje (Clic aquí para leerlos).
Son muy alentadores y me animan a embarcarme en un nuevo proyecto, que tiene ya título.
Aunque todavía no voy a contar nada ;-).
Quiero aprovechar para citar una parte del texto que María de Miguel, ayudante de producción en el corto y escritora, dedicó al rodaje (el texto completo está en el link de arriba):
Y si algo necesitaba el equipo de Los aviones no saludan era una madre, o incluso dos; un matriarcado que justificara ese extraño vínculo familiar, aquel que une a varios desconocidos en un utilitario que los lleva a un centro de salud mental de Getafe en pleno día festivo. Aquel que les hace regalar ilusión, talento, habilidades para rodar una historia de esas que, de tan reales, parecen mentira. Por eso no importa madrugar, ni repetir una escena porque del café no salga humo, ni repetirla otra vez porque tanto hemos calentado el café que el actor se ha quemado los dedos. Lo que importa es avanzar. Avanzar hasta que una voz nos mire a todos —hay voces que miran, lo mismo que hay ojos que hablan bajito— y nos diga Vale, me gusta.
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