El otro día, mirando una carpeta de recortes y relatos pasados, encontré impreso un email con fecha 15 de octubre de 2001. Alguien había leído el relato y me mandaba un conmovedor comentario desde Argentina. He intentado contactar con el autor, pero su dirección electrónica ya no existe. Lo mismo ocurre con la que yo usaba por entonces, una de hotmail. Además, yo firmaba con un apodo: Carolina Olivares.
Aquí está el relato:
DESPEDIDA
La última vez que se vieron, ella leyó en sus ojos que no la amaba. Él leyó en los de ella que no iba a suplicar más. Ella esperó un milagro.
Nunca ocurrió.
Y aquí está el mensaje recibido:
"Lunes, comienzo de semana laboral en un consultorio odontológico de un pequeño pueblito de Argentina. Mientras desayuno, afuera llueve torrencialmente y yo me apresto a leer cuentos en la página de Realizarte. Lo primero que abro es tu relato que se llama Despedida y que me estremece por su suavidad y belleza. Desde Madrid me llega y por él te agradezco".(Fabricio)
4 comentarios:
La fuerza de las palabras. Igual da si son 33 como las de tu hermoso relato, o 61, como el mensaje que cruzó el oceano para devolverte las sensaciones recibidas a cambio. El verdadero milagro es escogerlas cuidadosamente, y vestirlas con el alma para transmitir tantas sensaciones.
He leído miles de palabras una detrás de otra que no me dijeron nada; y otras veces, tan sólo un puñado de ellas que me hicieron estremecer.
Ahora no llueve en Madrid, luce un sol espléndido tras muchos días de lluvia necesaria, y nuevamente, las palabras, entran muy adentro, se acomodan, y se quedan bien dentro de mí. También hay sol en mi ánimo.
Gracias.
Tu relato es maravilloso, hay despedidas que dejan un amargo sabor a esperanza, a deseo de que ese momento no sea definitivo.
Me sumo a las palabras suaves de Manuel -(y me acuerdo que no es la primera vez... y le envío un abrazo saudoso)- para darte las gracias, Beatriz. Porque creo que es así, las palabras mueven hilos invisibles, llegan a lugares especiales en el corazón, por veces despiertan cosas olvidadas. Pues no me sorprende que un pequeño cuento tuyo viaje y va a posar en un lugar distante, estremeciendo a alguien de suavidad y belleza, en una mañana llena de lluvia... En las cosas que creas, hay una inmensa sensibilidad.
Aunque más silenciosa, siempre paseo por las Cartas y por todo lo que abrigas en esta nueva casa. Por eso hoy, vengo para agradecerte mis ojos humedos.
Gracias...
Está claro que mi "Despedida" produce un efecto positivo que vuelve a mí, como un boomerang...
Así lo recibí una vez, asi lo vuelvo a recibir.
Gracias.
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