UN POCO TARDE
Llevabas siete días muerta, dijo tu madre con desprecio y me colgó. Sentado al borde de la cama, junto a la maleta recién deshecha, recordé nuestra última conversación telefónica: querías verme pronto, dijiste desde la cama con tu débil voz, más débil que nunca, y yo te prometí que tomaría el primer avión. Pero seguí dando clases a mis alumnas de surf, jugando con ellas sobre las olas, encendiendo fogatas al anochecer. No es que me hubiese olvidado de ti, es que no encontré ningún vuelo barato hasta la semana siguiente. Incluso te había comprado una caracola gigante, que ahora, cuando me la pongo al oído, sólo emite un lúgubre sonido.
CITA ANUAL
El ornitólogo rodó por la ladera hasta
chocar contra un cercado. Cargado con sus prismáticos y sintiendo la tibieza
del otoño recién estrenado, había esperado en vano la llegada de las
majestuosas grullas escandinavas. Año tras año, los paisanos se burlaban de él,
viéndolo clavado sobre la loma del pueblo y saludando a las aves que pasaban en
formación. Fue al calar la noche sobre las dehesas cuando, exhausto y sin haber
avistado nada, se cayó. Una dulce muchacha se acercó y se arrodilló para
curarle la herida en la frente. Le habló en sueco y al oído, mencionándole un
nuevo lugar de encuentro. O eso le pareció un instante antes de perder el
sentido.
LADRILLO A
LADRILLO
Cuando la
encontró cayó rendido a sus pies. Le prometió un mundo de confianza plena
(“cuéntamelo todo”) y fue levantando un castillo a su alrededor de sorpresas,
agasajos, dulces, momentos mágicos. En el día o en la noche él se presentaba
dispuesto a entregarse en cuerpo y alma, todo era cariño, entrega, amor.
Mientras tanto, el castillo se iba estrechando hasta convertirse en un torreón
de gran altura. Un día ella notó que se ahogaba, exclamó: “¡Necesito aire!”, y
fue cuando descubrió que no tenía puertas ni ventanas. Tendría que empezar a
cavar su propia salida.
EVASIÓN
Con mucho cuidado había ido escogiendo las setas,
que asomaban a montones después de las recientes lluvias. Níscalos, boletus,
alguna amanita. Tenía el cesto casi lleno. Y qué bien olía el monte. Qué
fragancia tenían los pinos. Era un perfecto día de otoño. ¿Qué podría
estropearlo? ¿Una repentina tormenta? ¿Una pareja de la guardia civil
buscándole? ¿Un pinchazo en la rueda del coche robado? Para qué ponerse
negativo, pensó, si lo peor ya había pasado: estaba fuera y no volvería dentro.
Por sus muertos.
CONSULTA
MÉDICA I
Doctor, veo relatos en todas partes.
Doctor, veo relatos en todas partes.
CONSULTA
MÉDICA II
Doctor, estoy llena de aforismos.
Doctor, estoy llena de aforismos.
7 comentarios:
Pues a partir de que lo sé, también espero yo que vea la luz con perfume a tinta en este 2014.
Un abrazo.
La vida, ese relato corto con final triste bien podría reducirse a una palabra.
Pues qué bien que publiques, espero que a partir de ese momento sigas contándonos cosas. Felicidades.
Abrazos
Me alegro, Beatriz, de tu próxima publicación. Un abrazo de 365 días.
Amigos, cruzo los dedos. No sé si ha llegado mi momento. Por si acaso lanzo mi deseo a los 4 vientos!
Qué buenos textos Beatriz. Mucha calidad. 2014 acaba de empezar y ya anoto esta posible publicación. Suerte.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Hola David, gracias por tu amable comentario.
Y gracias a todos por esos ánimos, un abrazo fuerte.
Ánimos,ánimos, que viene de alma,como la que rezuma de tus micros.
Un abrazo grande como un año
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