Hace siete años (el 25 de junio de 2003), en "La Ventana de Millás" de la Cadena Ser, este relato fue escogido como el ganador semanal del tema "Desde el punto de vista del ama de casa".
Que Juan José Millás lo leyera en antena, lo comentara y además le diera el premio fue un estímulo muy importante para mí. Fue como si me hubieran dado un salvoconducto para seguir escribiendo: "Eh, que Millás me ha leído...", podía esgrimir, sobre todo ante mí misma.
En una etapa previa mandé los micros más cortos que he escrito nunca, que fueron también leídos por el escritor, y que otro día incluiré aquí.
EN EL MUSEO DEL PRADO
Estaba segura de que los vigilantes se habían dado cuenta de que era una intrusa. Y yo intentaba en vano disimular mi ignorancia, sin saber dónde mirar ni cuánto tiempo detenerme en cada cuadro. Empecé a sentirme como mareada, extraña, y me pregunté qué pintaba (y valga la expresión) yo allí. ¿Cómo se me había ocurrido ir al Prado? ¿Me creía que así cambiaría mi destino de hacer y deshacer cada 24 horas mi casa? Aturdida por esta desagradable sensación, fui dando bandazos de un cuadro a otro hasta que tropecé con un "perro semihundido en la arena" de Goya, que me devolvió a la realidad. La belleza de aquel instante me reconcilió conmigo misma.
Al salir compré un cenicero del Museo del Prado. Sé que nadie en casa preguntará de dónde salió. Ni yo lo contaré. No lo entenderían.
13 comentarios:
Qué bueno...
Sí, es de esas historias apoyadas en detalles, escritas con mimo y contando sin contar.
No la hubieran entendido pero nosotros sí lo hacemos.
No me extraña que te entrara subidón eligiendo Millás tu microrrelato.
Un abrazo
Es buenísimo. Te ves, la ves, con esa soledad absoluta. Ya me gustó entonces. Sigue gustándome.
Sí, Millás nos abrió muchas puertas. Yo aún le estoy agradecida.
Abrazos.
(¿Te tocó jamón o ya se había acabado?)
Muy bueno el micro. Crea una atmósfera semiabsurda, de esas que Millás aprecia, también como escritor. Él y otras personas me dieron mi primer premio literario que en mi caso fue también un impulso decisivo en mi carrera (o paseo) como escritor. Si se recogen aquí un par de testimonios más va a resultar que es un vicio de Millás.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
El arte, la cultura, nos abre puertas, rompe cadenas y nos hace respirar con mayor libertad, como le ocurre a tu ama de casa, que entra oprimida por las miserias de su pequeño mundo y sale más realizada, más persona y en paz consigo misma.
Muy bueno :-)
A mí Millás me dio, también, pero pagando. En un taller literario. Creo que tuvimos mucha suerte, porque no sé si ha vuelto a dar ninguno, y allí aprendimos un montón.
Saludos
Gabriel
Gracias a todos por compartir estos recuerdos sobre la influencia que ha tenido Millás en nosotros, al menos como incitador. A mí me encantaba ponerme absurda.
Besos
Bea
No hubo jamón, pero sí lote de libros.
Lo más triste es lo del cenicero. Que se lo llevara a casa y nadie le preguntara por él. ¡Ay!
Por cierto, yo participé en un taller que dio Millás en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. No me acuerdo si pagué, pero estoy segura de que no me dieron un jamón.
Genial relato, Bea.
Cada vez me sorprendes más :) deliciosa tu histoia, la real y créetelo o no, pero no sabes cómo me he identificado con tu relato... si supieras!
Un beso Bea!
buena forma de exponerlo, bien la imagen
¡qué bonito! una historia muy sincera. Me resulta familiar lo de cambiar la casa. Y que no hay muebles nuevos, sólo cambios de lugar.
Y eso de ir al Prado, ¡quién pudiera así como así!
Me ha encantado, mantienes la tensión hasta el final, y resuelves muy bien.
Mi enhorabuena. Que te lo lea quien lo hizo es un honor para tí.
Besos y Feliz Domingo
Es hermoso como consigues llevarnos para dentro del museo, al sentir de la personaje... Tu manera de escribir es bonita y llena de creatividad.
Un abrazo y buena semana.
La pura verdad es que me compré una taza, y que era una ama de casa forzosa... ¡estaba en el paro esperando la oportunidad que nunca llegó! Luego, laboralmente hablando, volví a lo mío... pero el filón de la escritura ya se había abierto.
Gracias por comentar. Un beso a mis amigas, y un saludo al nuevo invitado, Jesús.
Bea
PD: Por cierto, cuando llegué al museo del Prado pagué la entrada completa porque no llevaba encima la cartilla del paro... je je (digo cartilla y no tarjeta porque asi lo cantaba Juan Perro/Radio Futura) y no "disfruté" del descuento.
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