Nothing lasts really. Neither happiness nor despair. Not even life lasts very long. (Brief Encounter, 1945)

domingo, 3 de marzo de 2013

Recuperando microrrelatos

Estos son los microrrelatos publicados en los tres volumenes que Alfaguara dedicó al concurso de Relatos en Cadena que presenta Carles Francino desde hace 6 años. Corresponden a las tres primeras ediciones del concurso. En 2010 llegué a la final.


Irina (2008)
 
No sé si os pasa, pero yo nunca logro evitar que los restos de ceniza manchen la madera del mueble del comedor. Dejo que se acumulen y luego soplo para que queden esparcidos. Y cuando viene Irina, los miércoles, saca el paño y borra de una pasada la palabra que he dibujado con el dedo. Aunque al principio me divertía poniendo refinados insultos, incomprensibles para una ucraniana recién llegada, luego empecé a declararme en varios idiomas, menos el suyo. Hoy sin embargo se ha marchado antes de tiempo, y sin despedirse. Justo hoy que le había dibujado un corazón.
 
El duende (2009)
 
Algún día se enterarían de quién era el que movía el espejito, el cepillo de plata y la polvera dorada, pero aún tenían que pasar algunos años. Y, mientras, mi abuela seguiría lamentando que los duendes, o los ratones, descolocasen cada noche su tocador. Mi madre seguiría atosigando a mi padre para que ingresara en una residencia a su señora madre, que daba ya demasiadas muestras de senilidad. Y yo, el hombrecito de la casa, seguiría esperando cada noche a que todos estuviesen dormidos para entrar en la alcoba de la abuela, y jugar a ser la mujer que había dentro de mí.
 
El olfateador (2010)
 
Por ejemplo, averiguar quién era la mujer que me estaba anudando la corbata fue uno de mis primeros éxitos como olfateador. Tenía los ojos vendados y toda la oficina mirándome. En seguida supe que era la administrativa. Después otra mujer pasó sus dedos por mi pelo y adiviné que era la documentalista. Tampoco fallé cuando el diseñador gráfico me sacudió la caspa de los hombros. Al regresar a mi mesa de trabajo la recepcionista, a modo de despedida, me tocó la punta de la nariz, lo cual desencadenó en mí una terrible convulsión. Desde entonces cuando llego a trabajar entro con un pañuelo en la nariz. Creen que es alergia, pero es amor.
Beatriz Alonso Aranzábal

6 comentarios:

Sara Lew dijo...

Son buenísimos los tres microrrelatos, Beatriz. Son de los que dan prestigio al concurso. Mucho mejores que muchos de los que han salido esta temporada en el ReC.
Un abrazo.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Tres micros soberbios, Beatriz. Estoy de acuerdo con la apreciación de Sara; mucho mejores que muchos de los finalistas que tenemos esta temporada.

Aplausos para los tres.

Un saludo,

Elena Casero dijo...

Yo también estoy de acuerdo con Sara y con Pedro. Esta temporada creo que no son tan buenos como las anteriores. Los tuyos son micros de verdad.

Bueno, ejem, excepto el mío que sólo quedó finalista semanal. A ver si ahora me voy a quitar el placer de la presunción.

Muchos besos

Javier Ximens dijo...

Un placer leerlos, releerlos. Me alegro de que los recuperes para los que te hemos conocido más tarde. Un abrazo.

Beatriz AA dijo...

Este año estoy participando de nuevo por el reto que supone integrar una frase e imaginar una historia, contarla bien contada ¡¡¡y hacerlo en unas horas!!! Pero lo cierto es que decepciona ver que a menudo se seleccionan micros no solo intrascendentes, sino escritos sin grandes revisiones (o reescrituras).

Elena, tu puesto de finalista es para presumir y recordarlo, porque la competencia es feroz (grrrrrrrr). Y con el final de tu micro compuse uno que me encanta y que tengo bien guardado. Es decir, fue tan sugerente que me hizo imaginar una historia ("Las debutantes"). Y complicada, Elena, no lo pusiste nada fácil (lo cual hace ejercitar más la mente, más reto si cabe).

Os agradezco mucho vuestra visita, Sara, Pedro, Elena y Ximens (por cierto, feliz cumpleaños X., que por feisbuk no dejas que pintemos tu muro).

Un abrazo muy fuerte.



Miguelángel Flores dijo...

Conocía los tres. Yo ya te seguía por entonces. Recuerdo que cuando leí El Olfateador me dije muy serio, Miguelángel, esto, esto es un micro.
Y ahora lo releo y me sigue gustando horrores.

Un abrazo, BeaAA