Sólo a las niñas guapas y a
los hermanos que se las presentaban invitaba a su cumpleaños. Así era cada
verano, en la mansión a las afueras del pueblo. Los demás nos quedábamos
mirando desde la verja. El sonido del tocadiscos, la luz que se filtraba por el
seto, y las bebidas que nos pasaban de estrangis nos consolaban a quienes nunca
traspasamos aquel umbral. Cuando nos hartábamos sacábamos las bombas fétidas y,
tras lanzarlas al jardín, salíamos escopetados riendo. Yo hubiese lanzado algo
mucho peor, por mi hermana, que ese día se encerraba en su cuarto, con aquellas
jaquecas que empezó a tener tan joven. Por su tristeza detrás de los postigos.
Beatriz Alonso Aranzábal
7 comentarios:
Me gusta ese hermano que, desde pequeño, defiende de forma innata a su hermana.
Saludillos
Gracias Puck, reina de las charcas y de los castillos encantados. Besos
Bea
Un micro que me deja un sabor agridulde, Beatriz. Destaco su profundidad emocional y la construcción de personajes que logras, incluso en la elisión.
Un abrazo,
Jo, Pedro, qué comentario tan completo, me dejas un sabor muy dulce. Gracias. Un abrazo fuerte.
Yo destacaría el contraste de lo que puede expresar el título (fiesta, dinamismo, alegría) con el ritmo del relato (lento, nostálgico)
Un besote, Beatriz
Me gustó tu aportación al concurso. Aunque te deja un poquito triste.
Abrazos Beatriz, te dejo una pequeña mención en mi blog "Un mar de sentimientos".
Hola Ana, las fiestas pueden ser muy tristes... sobre todo cuando no te invitan.
Yashira, fui a ver tu blog pero no vi la mención, ¿sigue ahí?
Gracias amigas, un beso fuerte.
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