Nothing lasts really. Neither happiness nor despair. Not even life lasts very long. (Brief Encounter, 1945)

jueves, 14 de noviembre de 2013

PATCHWORK



Coincidieron en un comedor social, ambas tenían la misma edad y el mismo aspecto desaliñado. Florencia sufría un trastorno de sus impulsos, rompía cristales, se hacía profundos cortes en su antebrazo, bebía hasta la extenuación. Sus padres no la querían.
 
Rosaura había pasado una depresión en la cama, mientras su marido invitaba a las vecinas a ver películas con él en el salón. Cuando éste la expulsó de casa, tampoco su madre le dio cobijo.
 
El día que se conocieron encontraron una paz desconocida. Decidieron alquilar una habitación en una pensión barata, y aunque Rosaura estaba acostumbrada a mendigar, Florencia la convenció de que buscaran empleo limpiando casas. Por las mañanas, en el bar, se tomaban un café con churros antes de ir a trabajar. Por las noches tejían juntas una manta de patchwork, y en cada retal cosían un fragmento de su pasado.
 
Cuando Florencia cumplió cuarenta años fue a casa de sus padres con una tarta. No hubo besos. Esa noche, en la pensión, se tragó un envase completo de pastillas para la bronquitis. Cuando al despertar Rosaura llamó a una ambulancia, ya era tarde. No lloró. La trabajadora social que conocía su situación valoró su gran entereza.
 
Tras el entierro se dirigió a casa de su madre, que le admitió a cambio de dinero. Cinco días después, Rosaura repitió el mismo gesto que su amiga Florencia. La manta ya estaba acabada.

 
Beatriz Alonso Aranzábal
 
Este microrrelato lo escribí hace varios años, está inspirado en hechos reales. La colcha de la foto fue realizada en el taller AGUJA Y TIJERA de Navalmoral de la Mata.

8 comentarios:

Paz Monserrat Revillo dijo...

Me encanta la idea de la confección de una colcha con pedazos de tela como símbolo de la amistad. Muchas veces he fantaseado con la idea de pasarme largas horas charlando y cosiendo un patchwork con un grupo de amigos. Un acogedor paraíso doméstico, del que las protagonistas de tu relato pudieron disfrutar a pesar de sus terribles circunstancias.Impresiona lo que cuentas, te felicito.

Arte Pun dijo...

Creí que su colcha les iba a cambiar la vida, pero no. Tejieron para no tener desordenados sus recuerdos, y no pudieron con ellos. Muchas veces hay que romper con todo, de raíz, total, qué más da si todo se considera perdido, es cuestión de darse una segunda oportunidad.

Gracias por el relato. Abrazos

Beatriz AA dijo...

Gracias por vuestros comentarios, un beso Monse, Jose Luis.

Paz Monserrat Revillo dijo...

Bea , no soy Montse, Monserrat es mi apellido.Soy Paz, la de la libretita de Alicia igualita a la tuya ;-)
Besos!

Beatriz AA dijo...

Disculpa, me confundo a veces porque Monserrat lo veo siempre como nombre y no como apellido, ¡pero ya sabía que eras tú! (Y además sale tu foto) besos

Paz Monserrat Revillo dijo...

Perdonadísima! cuando seamos más viejitas tenemos que reencontrarnos y hacer juntas un curso de patchwork, eh?

Beatriz AA dijo...

...pero sin acabar como Rosaura y Florencia o Thelma y Louise, ¡¡¡nosotras con algún nietecillo! Hablando de nietos, dale recuerdos a Meyr, que me he ido de Facebook así, de repente

Paz Monserrat Revillo dijo...

Por supuesto , con un montón de nietecitos. Yo seré la abuelita Paz.
Ya le he dado tus recuerdos a Guillermo,¿te has hartado del feis?