Nothing lasts really. Neither happiness nor despair. Not even life lasts very long. (Brief Encounter, 1945)

miércoles, 1 de abril de 2009

Carta del Capitán del Stanbrook (1939)

Hace unos años leí el libro "Los náufragos del Stanbrook" de Rafael Torres, sobre los tres últimos días de la guerra civil española en el puerto de Alicante, donde "se escenifica la agonía de la República, en la desesperación de miles de personas (soldados, alcaldes, maestros, periodistas, obreros, diputados, familias enteras...) que aguardan en sus muelles los barcos prometidos que habrán de hurtarles de una represión sanguinaria. pasan las horas, los días, y sólo un viejo y herrumbroso carbonero inglés, comandado por el legionario capitán Dickson, se apiada de los vencidos y acude en su auxilio, burlando el bloqueo de la escuadra franquista, los submarinos de Mussolini y la aviación nazi" (contraportada del libro, editado por la Editorial Algaida, 2004).

Hoy, en el diario El País, aparecen fragmentos de la carta que el capitán de dicho navío, Archibald Dickson, envió a un diario británico, y en la edición digital se puede leer la carta entera, asi como el documento original escrito en inglés. El reportaje está firmado por Natalia Junquera y se puede leer en este enlace:
http://www.elpais.com/articulo/espana/ultimo/pedazo/II/Republica/elpepuesp/20090401elpepinac_13/Tes

He aquí un fragmento de la carta, traducido por Pablo Azorin Williams:

El 26 de marzo viajé a Madrid donde funcionarios me informaron que el cargamento para mi barco estaba en camiones de camino. Entonces volví a mi nave en Alicante cuando recibí un telegrama de mis Armadores informándome que a menos de que hubiese perspectivas de embarcar el cargamento tenía que proceder a zarpar inmediatamente.

Al día siguiente llegó algún cargamento, consistiendo en tabaco, naranjas y azafrán que fue depositado en el muelle. Sobre la misma hora alrededor de 1.000 refugiados llegaron al Edificio de Aduanas en diversas formas de transporte y de todas las provincias de la España Republicana, al mismo tiempo que las autoridades portuarias me solicitaban subir a bordo a estos refugiados y llevarlos a Orán, ya que se encontraban en una situación desesperada y se me dijo que sus pasaportes estaban en orden y que podrían desembarcar en Argelia sin ninguna dificultad.

Entre los refugiados había un gran número mujeres, chicas jóvenes y niños de todas las edades; incluso criaturas en brazos. Debido al gran número de refugiados me encontraba en un dilema sobre mi propia postura ya que mis instrucciones eran que no debía tomar refugiados a menos de que estuviesen realmente necesitados. No obstante después de ver la condición en que se hallaban los refugiados decidí desde un punto de vista humanitario aceptarlos a bordo, ya que anticipaba que pronto desembarcarían en Orán.

1 comentario:

Manuel dijo...

Había leido algún artículo referente a este triste episodio al termino de la guerra civil española, pero desconocía la novela de Rafael Torres. Te agradezco mucho la reseña y me pongo a buscarlo para próxima lectura.